de los minuciosos detalles,
y de su vuelo.
Luego, como siempre, llega la fatídica hora de aterrizar, y es entonces cuando aparecen las sorpresas.
La fragilidad del fuselaje unido al golpe hacen que se acabe partiendo en dos.
Confiamos en el buen hacer de Juanma para que el Focke-Wulf esté de nuevo en el aire.
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